African Centre for Biodiversity
El reto de la financiación de la conservación de la biodiversidad sigue estando en el primer plano de los debates mientras que los gobiernos se reúnen en Cali (Colombia) para la COP 16, en el marco del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB). El Marco Mundial para la Biodiversidad (MGB), adoptado en la COP 15, hace hincapié en la necesidad de actuar sobre los subsidios medioambientales perjudiciales, especialmente en el marco de la Meta 18, que insta a eliminar, suprimir o reformar estos subsidios al tiempo que se aumentan los incentivos positivos para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad. El objetivo es reducir los subsidios perjudiciales en 500 000 millones de dólares anuales de aquí a 2030.
Los subsidios absorben gran parte de los fondos que podrían destinarse a la protección de la biodiversidad. Los subsidios perjudiciales ascienden a más de 2,6 billones de dólares al año, de los cuales el 40% se destina a los combustibles fósiles y el 23% a la agricultura. Estos fondos eclipsan los 722 000 - 967 000 millones de dólares que se calcula que se necesitan anualmente para la protección integral de la biodiversidad. Resulta alarmante que los flujos de financiación reales para la biodiversidad oscilen entre 124 000 y 165 000 millones de dólares al año, lo que supone un déficit de más del 83%.
Aunque parece lógico reorientar los subsidios perjudiciales para financiar la protección del medio ambiente, la cuestión es compleja. El impacto de los subsidios varía considerablemente: algunas benefician a las empresas, mientras que otras garantizan el acceso de grupos marginados a bienes esenciales como energía y alimentos.
Los gobiernos africanos se enfrentan al doble reto de abordar los daños medioambientales y gestionar, al mismo tiempo, inmensas presiones económicas. El gasto público en África suele subvencionar fertilizantes sintéticos, pesticidas y semillas híbridas para impulsar la productividad agrícola. Estos programas de subsidios a los insumos agrícolas, introducidos en el marco de la Revolución Verde africana, pueden aumentar el rendimiento de los cultivos a corto plazo, pero tienen un alto costo medioambiental, ya que dañan la salud del suelo, la biodiversidad y los recursos hídricos. Al mismo tiempo, los subsidios a los combustibles fósiles en todo el mundo siguen socavando los objetivos de biodiversidad al fomentar el uso excesivo de los recursos naturales e impulsar el cambio climático. Reformar estos subsidios es esencial, pero cualquier transición debe ser justa y equitativa, especialmente para los pequeños agricultores y las pequeñas empresas que dependen de estos subsidios para sobrevivir.
Sin embargo, los retos económicos de África van más allá de los subsidios. El continente está sumergido en la trampa de la deuda, y el pago de la deuda externa drena recursos que podrían destinarse a inversión social y protección de la biodiversidad. Muchas naciones africanas se ven obligadas a adoptar medidas de austeridad como condición para recibir préstamos, lo que limita aún más su capacidad para invertir en la protección del medio ambiente. Esta carga de la deuda, agravada por la presión de subvencionar actividades extractivistas empresariales para generar divisas, refleja profundas desigualdades globales que mantienen a las economías africanas en una posición subordinada.
Además, los flujos financieros ilícitos (FFI), la evasión fiscal y la repatriación de beneficios provocan una importante pérdida de riqueza de África, mermando aún más la capacidad del continente para invertir en desarrollo sostenible. A pesar de los discursos dominantes que afirman que África es un sumidero de recursos mundiales, la realidad es que la extracción neta de riqueza de África continúa año tras año. Estos factores deben abordarse para garantizar que África pueda financiar sus propios objetivos de biodiversidad y desarrollo.
Para resolver estos retos, se necesita un enfoque holístico. En primer lugar, hay que eliminar los subsidios perjudiciales a las empresas. Estos fondos podrían reorientarse hacia prácticas respetuosas con el medio ambiente, como la agroecología y las energías renovables.
En segundo lugar, deben protegerse las ayudas al consumo para las personas y hogares con pocos recursos, a fin de garantizar que las poblaciones marginadas mantengan el acceso a bienes y servicios esenciales como los alimentos y energía. Una transición justa exige que demos prioridad a las necesidades de estos grupos, garantizando que no se vean afectados de forma desproporcionada por el abandono de prácticas perjudiciales.
Por último, abordar la injusta carga de la deuda de África es esencial para financiar la biodiversidad. La condonación de deudas odiosas, la reestructuración del sistema financiero mundial y la lucha contra la evasión fiscal y los FFI son medidas cruciales. Las reparaciones por siglos de extracción y explotación deberían financiar el desarrollo sostenible de África, no el pago de la deuda externa.
En última instancia, la financiación de la biodiversidad requiere algo más que encontrar nuevas fuentes de financiación: exige un replanteamiento del funcionamiento de los sistemas económicos mundiales. Acabando con los subsidios perjudiciales, reestructurando la deuda y abordando las desigualdades globales, África y el mundo pueden dar pasos significativos hacia un futuro en el que la biodiversidad prospere y las economías crezcan de forma sostenible.
Puede consultar este informe en línea aquí.