Canje de deuda por naturaleza: actuar con cautela (y pocas expectativas)

Los canjes de deuda por naturaleza serán un tema clave en la movilización de recursos para la biodiversidad durante la COP 16.

El concepto de canje de deuda por naturaleza es sencillo. Los países que soportan una pesada carga de la deuda suelen tener poco espacio fiscal para invertir en prioridades críticas, desde la educación a la sanidad, pasando por la protección del medio ambiente. Aún peor, la necesidad de hacer frente a los pagos de la deuda denominados en divisas de reserva mundial, como el dólar estadounidense, presiona a los gobiernos para que aceleren prácticas económicas destructivas como la agricultura orientada a la exportación, la minería o el desarrollo del gas. Los canjes de deuda pretenden aliviar estas presiones ofreciendo cierto nivel de alivio de la deuda a cambio del compromiso de dedicar los recursos financieros liberados a la consecución de objetivos medioambientales.

Los canjes de deuda modernos son a menudo complicadas hazañas de ingeniería financiera, en las que intervienen una serie de inversores y acreedores vinculados por complejos acuerdos legales. El diablo está en los detalles. Dada la urgencia de la acción, una limitación importante es que los canjes de deuda se han desplegado con extraordinaria lentitud para una financiación y un impacto limitados. Por ejemplo, el tan cacareado canje de deuda por conservación marina de 2015 entre las Seychelles, acreedores privados y Nature Conservancy tardó cuatro años en organizarse, y solo dio como resultado 21,6 millones de dólares en deuda reestructurada con una reducción de solo el 6,5% en valor nominal y, en última instancia, hizo poco por reducir la carga de la deuda global de las Seychelles, con repercusiones medioambientales poco claras.

El propio FMI afirma que los canjes son mucho (¡mucho!) demasiado pequeños para restablecer la solvencia fiscal de los países, y que «es más eficaz abordar la deuda y el clima o la naturaleza por separado». Lo más preocupante es que hay pruebas de que los canjes de deuda por naturaleza que contribuyen a financiar áreas protegidas facilitaron la desposesión de indígenas y pequeños propietarios. Si se hace mal, la imposición de condicionalidades para el alivio de la deuda es una repetición de las políticas neocoloniales de ajuste estructural, que atentan contra la soberanía del Sur y limitan su eficacia, ya que las comunidades quedan al margen de la planificación y ejecución de los planes de conservación. Además, es preocupante que los gobiernos del Norte puedan utilizar los canjes de deuda para eludir sus obligaciones en virtud del artículo 21 del CDB y de los Principios de Río sobre Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas, por no hablar de sus enormes deudas ecológicas.

Está claro que para garantizar los derechos humanos y la salud del planeta es necesaria una reforma estructural de la arquitectura financiera internacional que causa tanta angustia por la deuda y la consiguiente pérdida de biodiversidad. Pero a falta de ello, los canjes de deuda podrían ser una medida provisional, si se estructuran democráticamente. La Red Latinoamericana por la Justicia Económica y Social y el Centro por los Derechos Económicos y Sociales han propuesto un borrador de "Principios de Alta Integridad para los Canjes de Deuda » que destacan 4 puntos clave: transparencia y rendición de cuentas, gobernanza inclusiva, salvaguardas ambientales y sociales, y colaboración global.

Read the full report at https://cdes.org.ec/web/newsletter-call-to-action-for-collective-effort…